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Evelyn Muñoz Castillo

Autobiografía (parte 2)

Estirando el hilito anterior, continúo compartiendo un poco del viaje de la vida. Entonces, me fui de LLay-LLay a vivir a Limache, donde comenzó a crecer en mi vientre mi bebe Mario Abel. Por cosas de trabajo, luego me desplacé a Hijuelas, la comuna de las flores, reconocida como patrimonio de la biósfera por su clima. Allí, se comenzó a desovillar mi dolor por la pérdida de mi madre y padre. Al fin de cuentas, no se puede sanar sin abordar y traspasar esa emoción. Entonces, la tuve que ver en todo su esplendor, pero en un escenario ¡tan lindo!. Siempre digo que Hijuelas fue como mi hospital natural. En todas las casas habían plantas medicinales, la casa que arrendábamos estaba llena de ellas, así, en mi ser madre y desovillar mi ser hija, me acompañaron el romero a la entrada de la reja, la lavanda y la ruda a la entrada de la casa, el tabaco a la entrada de la puerta de la cocina. Teníamos flores, Aloes Veras medicinales, árboles cítricos, higuera, paltos (no de Smith por supuesto), membrillos, duraznos huesillos, huerta, y no había rejas que impidieran ver las montañas alrededor. Allí, en medio de tanta medicina, gesté, además de mi hijo, poesía de experiencias dolorosas pero que poco a poco iban tomando otros matices. El cuento, lo parí hace poquito, siempre es bueno, según el favor de los astros, sumergirse nuevamente en los recónditos lugares de nuestra mente, así también vamos renovándonos, abrazando cada memoria y sentir que se despierta con ella. Agradezco a mi hermana Silvana por ser mi correctora de edición y a Jorge Cancino por dar tan buen taller de escritura creativa, así se suelta la pluma y se aviva el deseo de compartir lo escrito. Espero disfruten la lectura y compartan los sentipensares que les evoca.

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