Fotografía: Rodrigo Salinas Muñoz
¿QUÉ HEMOS GANADO A PARTIR DEL 18 DE OCTUBRE DE 2019?
Víctor Jaime Miranda
La respuesta a dicha pregunta va a depender, obviamente, de los diversos puntos de vista que puedan considerarse en el análisis. Pero creo que, antes de iniciar dicho análisis, debe considerarse que los fenómenos sociales no tienen un carácter lineal. Esto implica que para hacer el balance no basta con considerar la evolución de una sola variable, sino que se debe tomar en cuenta la complejidad de los fenómenos y su carácter multidimensional.
Para ejemplificar lo anterior podemos considerar el caso del Acuerdo por la Paz, firmado por las directivas de algunos partidos el 15 de noviembre de 2019. Los que celebran dicho acuerdo como el principal triunfo del movimiento, parten de la base de que la gran mayoría de los chilenos cree que la Constitución de 1980 es ilegítima, ya que fue redactada por un grupo pequeño de partidarios del dictador, por lo que consideran un avance que ahora se redacte por una Convención Constitucional elegida bajo reglas pinochetistas (ya que, si aceptamos su acuerdo, no podríamos revisar los tratados comerciales internacionales).
La Constitución de 1980 fue realizada entre cuatro paredes y la nueva será redactada por personas elegidas democráticamente. Mirado el problema, solo desde ese ángulo, es evidente que es un avance. Pero si consideramos la complejidad del fenómeno aparecen los matices.
En primer lugar surge la pregunta ¿Qué legitimidad podría tener una constitución redactada por quienes tienen menos de un 3% de aprobación ciudadana?.
Por otra parte se debe considerar que el poder constituido (en este caso, los parlamentarios firmantes del Acuerdo), que es un poder derivado, está intentando arrebatarle la soberanía al pueblo. Por ello su principal trampa es convencernos que tiene efectos constituyentes, es decir, su jugada es que redactemos una nueva Constitución, pero con sus reglas.
Además debe considerarse que el Acuerdo por la paz, ante la amenaza, de la ciudadanía movilizada, fue una estrategia de las clases dominantes por mantener intacta la dominación. Al respecto se debe recordar que la dominación, tiene en lo fundamental, 2 soportes: represión y engaño. A una parte de las clases dominantes les agrada más la represión y otra parte confía más en su capacidad de engañar. El Acuerdo por la Paz fue el resultado de un pacto entre ambos sectores de las clases dominantes, quienes además lograron sumar el apoyo de grupos que le restan importancia a la dominación de clases. Fruto del acuerdo redactaron nuevas leyes represivas y lograron confundir a sectores importantes del pueblo, sobre todo a aquellos que creen que los fenómenos sociales tienen un carácter lineal.
¿Qué hemos ganado entonces desde el 18 de octubre?
En función de todo lo anterior, creo que la respuesta a esta pregunta no debería girar en torno a si nos conformamos, o no, con un avance parcial, sino que se debería considerar preguntas como qué avances significativos podríamos lograr con la actual correlación de fuerzas. Asimismo el balance debería abrirse a incorporar otras dimensiones, pues para mí lo más importante que se alcanzó el 18 de octubre fue la unidad que se produjo entre aquellos que durante mucho tiempo creían que era posible impulsar los cambios que el país necesitaba y aquellos que no querían participar porque creían que era imposible vencer a los corruptos. Esa unidad descolocó por completo a las clases dominantes y por lo tanto es imperioso seguir manteniendo esa unidad.