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La Mano de Dios
Por alguna razón que desconozco, mi mente infantil era muy dada a la elaboración de antinomias u oposiciones de lo más extrañas, tan extrañas, que hasta hoy en día es para mi un verdadero misterio el criterio con que eran elaboradas.
Lo propio de estas oposiciones, era que se manifestaban en los más diversos ámbitos de la vida y se encontraban siempre invariablemente unidas, es decir, un elemento de la oposición evocaba inmediatamente a su contrario, de tal forma que si yo veía, escuchaba o leía algún concepto que para mi, era un elemento constituyente de una oposición, entonces a mi mente se venía en el acto su contrario. Entre las oposiciones más extrañas que recuerdo se cuentan las siguientes: Rojo v/s Amarillo, Verde v/s Azul, Antofagasta v/s Concepción, Salmón v/s Rosado.
A pesar de que yo rara vez exteriorizaba mis oposiciones, lo cierto es que una de éstas, en concreto el par Santiago v/s Valparaíso originó una curiosa situación. Resulta que con mi primo Felipe acostumbrábamos a jugar a los autos en la calle sin pavimentar que estaba junto a mi casa, para lo cual hacíamos caminos pasando la mano por sobre la tierra, lo que generaba una modesta, pero efectiva carretera para nuestros, aún más modestos, autos de plástico.
Por lo general estos caminos, a pesar de que describían extrañas figuras, no tenían una gran extensión, pero, sin embargo, un día hicimos un camino desacostumbradamente largo, que alcanzaba una longitud de unos diez metros desde mi casa. Debido a esto mi primo lo bautizó como el camino a Santiago, ante lo cual, en forma inmediata, yo propuse que se construyera un camino en la dirección contraria, que condujera a Valparaíso, lo que mi primo aceptó gustoso. Una vez concluida esta tarea, Felipe puso junto al camino a Santiago una piedra que representaba a la roca enorme conocida como “La Pata del Diablo”, por lo cual yo exigí que inmediatamente se colocase junto al camino a Valparaíso “La Mano de Dios”.