top of page

3

Jesús de Nazareth

 

Mención aparte merecen mis puestas en escena de la crucifixión de Jesús por la preponderancia que tuvieron durante toda mi infancia.

Esta representación era la única que poseía un carácter estacional, ya que se llevaba a efecto todos los años durante la semana santa. Sin duda alguna, esta escenificación estaba determinada por el fuerte impacto que produjo en mí, la película de Franco Zefirelli “Jesús de Nazareth”, que hizo de mí un ferviente, pero hereje, admirador de Jesús.

En virtud de esto, mis familiares eran testigos de como durante toda la semana santa, e incluso después, se llevaba a cabo, casi todos los días,  la representación de la muerte de nuestro señor Jesucristo. La puesta en escena podía variar de acuerdo a la cantidad de actores y con respecto a la personalidad de estos. Esto le otorgaba una enorme variabilidad al asunto, debido a que algunos amigos se esmeraban más que otros, algunos eran más detallistas, etc. Por esta razón algunas representaciones eran súper-producidas incluyendo extras, vestimentas y todo, y por el contrario, otras eran muy pobres y se limitaban tan sólo a un par de actores, uno de los cuales cargaba sobre sus hombros un madero puesto horizontalmente, tal como se ve en la película.

Una de estas representaciones pobres trajo como consecuencia un hecho de sangre que puso en jaque durante mucho tiempo mis ganas de escenificar la muerte del Hijo de Dios.

Fue una tarde otoñal típica del tiempo de clases, en la cual se concentraba en mi una alta dosis de solitario aburrimiento. Luego de almorzar y de darme miles de vueltas por el patio y la casa, comencé a sentir el deseo de actuar, para lo cual contaba con dos actores más: mi hermano Pablo y mi primo Patricio.

Luego de repartidos los papeles, donde mi hermano hacía de Jesús, y junto con mi primo yo hacía de romano, ya que desde algún tiempo me gustaba también representar a otros personajes, se suscitó un problema porque a mi primo se le antojó ser también Jesús luego de ver a mi hermano con un madero sobre los hombros. Luego de reflexionar un rato, resolví el problema, dándole al Pato el papel de uno de los criminales que murieron junto a Jesús, lo cual aceptó sin mayores inconvenientes, porque su principal interés era cargar un madero.

Una vez que amarré los brazos de mi primo a la madera, como sale en la película comenzó el vía crucis.

Todo iba saliendo bien, los dos crucificados caminaban tambaleantes con sus maderos y yo me esmeraba en azotarlos, pero un paso en falso hizo caer a Patito, que, por tener ambos brazos amarrados, fue a impactar con su rostro directamente en el suelo, lo que lo hizo sangrar de la nariz y la boca y también lo habría hecho llorar sin consuelo, si no es por mi abuelito Raúl, que al pasar por el lugar de los hechos exclamó, con su buen humor de siempre: ¡primera caída de Jesucristo, primera caída de Jesucristo!

bottom of page